Viejas cámaras fotográficas (2ª parte)

Os conté hace un tiempo que había empezado a buscar cámaras antiguas no con la intención de coleccionarlas, sino de usarlas. Convertirme en coleccionista no está entre mis deseos ni mis capacidades, pero es posible que, como en otras muchas ocasiones, los acontecimientos vayan más allá de mis previsiones y la cosa se me vaya de las manos. Uno de estos imprevistos ya ha ocurrido: en casa de mi padre han aparecido dos cámaras que daba por perdidas hace muchos años.

ImagenLa primera es una Pentax MX de formato 35 mm con un par de objetivos, 50 mm y 135, que está en perfecto estado. La he limpiado, le he puesto una pila para el fotómetro y la he vuelto a poner en funcionamiento. He sentido algo especial, porque ya la había usado hace 30 años, y el primer carrete que he hecho ha quedado muy bien (ya lo enseñaré).

ImagenLa segunda cámara es una Zeiss Ikon Ikonta modelo 524/16. Es una máquina de fuelle que trabaja con rollo de 120 (negativos cuadrados de 6×6), lo que supone una filosofía de trabajo muy distinta a la del formato apaisado. Creo que el cerebro interpreta mejor las imágenes apaisadas, pues en realidad vemos en ese formato, así que fotografiar en un plano cuadrado requiere trabajar mejor las composiciones. En cualquier caso, usarla es toda una experiencia; cada foto requiere más reflexión que cuando usamos una digital, entre otras cosas porque sólo contamos con 12 exposiciones por carrete.

Lo más extraordinario es que abrí la cámara y ¡SUSTO!, había un carrete dentro. La cerré rápido y, aunque estaba casi seguro de que el carrete además de caducado estaba velado, disparé el resto. Y al revelarlo me llevé la sorpresa: en un mismo carrete había fotografías separadas por al menos 30 años. Esta es la magia de la fotografía analógica.

IMG_5720Otro de los imprevistos a los que me refería ha sido conocer a Juan Ignacio Salmerón, un coleccionista profesional (si es que me permite llamarle así) y una bellísima persona. Lejos de esconder su colección, Juan Ignacio está encantado de mostrarla, y ya ha venido a la Universidad a enseñar a los estudiantes varias piezas. Lo más extraordinario de su colección no es la cantidad (más de 350 piezas), sino su marco temporal, pues recorre dos siglos de historia. Es un pozo de sabiduría, y además ha tenido la generosidad de prestarme una preciosa Bronica S con la que estoy trasteando.

ImagenEn resumen, os animo a investigar un poco en el mundo de la fotografía analógica: porque está al alcance de todos, porque abre los ojos al fotógrafo que sólo conoce el digital y, sobre todo, porque es divertido. Haz tu pequeña colección por poco dinero (mira en eBay) o consigue una para usarla. Luego nos cuentas.

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